Está oscuro, es de noche, pero un niño de nueve años no está en su casa durmiendo en una cama cómoda. Está estudiando, leyendo, escribiendo… tampoco está en una biblioteca, sentado en una silla adecuada y apoyando sus brazos en un escritorio limpio y ordenado.
Su camisa se ve muy grande para su tamaño y un tanto raída. Se encuentra arrodillado y apoya su gran libro en un banco de madera improvisado y desgastado. Está en plena acera de una calle solitaria aprovechando las luces que salen de un McDonald’s para estudiar.
Este niño se llama Daniel Cabrera y es un estudiante de tercer grado en Cebu, Filipinas. Su madre es viuda y tiene un hermano enfermo. Su casa la perdieron durante un incendio, por lo que viven en el restaurant.
Mientras su familia trabaja por $1.77 al día, Daniel escribe, lee, se esfuerza. Quiere ser policía.
Querer aprender como escape. Querer aprender a pesar de todo.
No tendremos los mismos recursos, pues las desigualdades son reales, pero todos tenemos habilidades y talento. Daniel, sin saberlo y sin tener la intención, es un ejemplo de resiliencia, fortaleza y determinación.
A veces no nos damos cuenta de todo los que tenemos. Fíjate, agradece y aprovéchalo. 🙂
Foto: Joyce Torrefranca