Manejar directo a una reunión, revisar el celular para enviar un mensaje al encargado de llevar el café y a quien tiene la presentación, retocar el maquillaje, calcular el tiempo que nos tomará llegar con el tráfico complicado y tomarnos el primer café del día. Todo simultáneamente. Sí, las mujeres pareciéramos estar mejor equipadas para la multitarea o «multitasking», pero eso es un mito.
El escenario anterior pudo ser el perfecto momento previo a una película de terror: vuela el café caliente por los aires cuando nos agachamos a recoger el celular que se ha caído al piso del carro, mientras frenamos repentinamente al enterarnos que quien debía llevar la presentación a esa reunión tan importante no podrá llegar. El resultado final: se nos ha corrido la máscara de pestañas.
En realidad, ser multitarea está sobrevalorado. Nadie puede hacer muchas cosas al mismo tiempo y hacerlas con los más altos niveles de excelencia. Aunque nuestro cerebro está capacitado para manejar varias tareas a la vez (caminamos y respiramos simultáneamente, por ejemplo), la automatización es necesaria para que eso ocurra con propiedad.
¿Nuestro cerebro es multitasking?
Ser multitarea es asunto de la evolución (Thank you, Mr. Darwin!). Pero aún cuando hemos respirado y caminado simultáneamente toda la vida, las nuevas tecnologías digitales nos han brindado una mejor comprensión de lo que significa verdaderamente ser multitarea. Si un computador es capaz de procesar grandes cantidades de información de formas distintas, ¿por qué no nuestro cerebro?
Hoy día es una necesidad hacer varias cosas a la vez (además de caminar y respirar). Pero creer ciegamente que hacer muchas cosas a la vez es signo de mayor productividad es un gran error. En realidad lo que hacemos es pasar de una tarea a otra con pasmosa velocidad y eso, amigos míos, no es lo mismo que caminar y respirar. Al contrario, es caminar un paso sosteniendo la respiración y luego, antes de dar el siguiente paso, respirar.
Científicamente hablando, a parte de las funciones propias del cuerpo (sí, como caminar y respirar), nuestro cerebro sólo puede realmente concentrarse en una tarea a la vez. Por ello, cuando creemos estar haciendo muchas cosas simultáneamente, en realidad hacemos una tras otra velozmente.
Mitos sobre ser multitasking
Cocinar mientras escuchamos atentamente la radio parece no presentar dificultad para nadie. Pero si nos pidieran que luego de escuchar ese programa radial, deberemos resumir los puntos fundamentales tratados, entonces la cosa cambia. Haremos pausas mientras cortamos la cebolla para escuchar con mayor atención, no lo duden.
MITO 1: Ser multitarea es un asunto nuevo, propio de los millenials.
FALSO. Ya lo dijimos, Mr. Darwin nos enseñó que la evolución es la explicación a que podamos caminar, respirar y conversar con un amigo al mismo tiempo. La vida misma de los seres humanos depende de su capacidad multitasking. Los procesos corporales no hacen una fila para llevarse a cabo. Ocurren simultáneamente.
En la actualidad llevamos una vida tan apresurada que se nos exige atender asuntos diversos en un breve tiempo, llevándonos muchas veces al colapso. Los llamados millenials son los más afectados, porque han crecido en un ambiente que les obliga a realizar muchas cosas a la vez. Revisar decenas de redes sociales antes de llegar al trabajo o a clase, puede significar una ceguera auto-inducida en cuanto al medio que les rodea.
MITO 2: Ser multitarea nos hace más eficiente.
FALSO. No sólo es falso, es un desastre que se piense que es posible ser más eficiente mientras más multitarea se es. Nuestro cerebro se convierte en un francotirador, que dispara atención a diestra y siniestra procurando matar tareas aquí y allá. ¿Cuál es el saldo? Probablemente pocas bajas y las que contabilizamos, de seguro no murieron de un solo tiro. Hacer mucho a la vez sólo debilita la atención que brindamos a cada tarea.
Estudios científicos han comprobado que saltar de una tarea a otra reduce hasta un 40% nuestra productividad y, en consecuencia, la eficiencia de nuestro desempeño se reduce también. La cantidad de errores que cometemos tiende a aumentar exponencialmente y, al final, esto aumenta el tiempo para realizar cada tarea en lugar de reducirlo.
MITO 3: Ser multitarea es beneficioso para nuestro cerebro.
FALSO. No sólo podemos ocasionar un terrible accidente de tránsito si usamos nuestro teléfono mientras manejamos, sino que además estresa a nuestro cerebro enormemente. Esto provoca que ese maravilloso cuerpo de materia gris producto de la evolución (Thanks again, Mr. Darwin!) se encuentre tan sobre estimulado que le será imposible reaccionar con rapidez en asuntos sencillos.
Nuestro cerebro, como nuestros músculos, requiere descanso, requiere un instante de solaz para pasar de una tarea a la otra. Sus conexiones neuronales no son infinitas, pero actuando como seres multitarea asumimos erróneamente que así es. El cerebro no puede estar en constante estado de alerta, pues eso aumenta –a la larga- el ritmo cardíaco. Pero comprendamos también que si estudiamos para un examen mientras veíamos el último juego de la Serie Mundial y los resultados no son buenos, entonces agregamos a nuestro cuerpo más estrés y problemas de autoestima.
¿Se aprende haciendo más o menos?
El aprendizaje en un entorno que nos obliga a ser multitarea se hace cada vez más complicado. En años recientes, se ha demostrado que la tendencia multitarea provoca que nuestro cerebro envejezca más rápidamente. Nuestra memoria se afecta y cada vez más tendemos a tener menos capacidad de retener cosas a corto plazo.
Si escuchamos Mozart o Pink Floyd mientras estudiamos Cálculo, es muy probable que en algún momento la música secuestre toda la atención de nuestro cerebro y tengamos que empezar nuevamente el proceso de despeje de variables. ¿Es negativo entonces escuchar música mientras se estudia? No necesariamente, pero debemos saber cómo aprovechar las bondades estimulantes de la música mientras estudiamos. De cualquier manera, cada cerebro es un mundo y a algunos le vendrá mejor Mozart que Pink Floyd.
Lo cierto es que si tenemos en mano nuestro smartphone mientras leemos algunos reportes financieros, podemos aprovechar las ventajas de ese dispositivo para verificar datos o fuentes de información. No obstante, si permitimos que nuestros dedos y nuestros ojos se distraigan con la revisión de la lista de trending topics en Twitter, estaremos perdidos.
El asunto es la atención. Si atendemos muchas tareas a la vez, una de ellas capturará nuestra atención y las demás sufrirán las consecuencias. Somos capaces de hacer mucho y de aprender mucho en muy poco tiempo, pero eso no significa que debamos (y podamos) hacerlos simultáneamente. Así pues, una máscara de pestañas mal puesta siempre será síntoma de que algo estamos haciendo mal.