La sociedad humana es la sociedad del aprendizaje, donde los abuelos, los padres y los niños son todos estudiantes.
-Eric Hoffer
Son las 7 de la mañana y suena el despertador. Es hora de alistarse. Luego de comer el desayuno, Nola sale de su apartamento y saluda a sus jóvenes vecinos somnolientos. Se monta en el carro, pasa la llave y empieza a conducir hacia la Universidad Estatal de Fort Hays en Kansas.
Va muy puntual. En su camino al salón todos sus compañeros y profesores la saludan despertando sonrisas a su paso. Son las 8.30 AM y comienza la clase de Historia Americana Contemporánea. A Nola le encanta esta asignatura: siempre participa y describe con mucha claridad y pasión los temas que afectaron el desarrollo histórico de su país. Hoy el tema es la Batalla de Normandía, popularmente conocida como D-Day, que ocurrió en junio de 1944.
“Se respiraba, es verdad, mucho nerviosismo, pero también optimismo. Muchos tenían la esperanza de que nuestra participación cambiaría el rumbo de la Segunda Guerra Mundial y la victoria de los Aliados se lograría… Sí, disfruté mucho ese día”, cuenta Nola.
Si bien celebra su cumpleaños, hace tiempo perdió la cuenta de su edad. “Cuando llegué a la universidad, por supuesto que sabía que estaba vieja, pero nunca presté atención a cuán vieja era”.
Nola cumple con sus tareas como cualquier otro estudiante 70 años menor que ella. Tiene su laptop, donde escribe sus trabajos sin dejar que la tecnología la intimide. Al contrario, aprendió a manejarla a la perfección. Sus manos no tiemblan; tomó Arte como asignatura electiva y le encanta pintar.
En los años treinta comenzó a estudiar, pero sus responsabilidades familiares interrumpieron su educación. Vivía en una granja. Madre de cuatro, abuela de trece y bisabuela de quince. No obstante, el anhelo para aprender nunca se fue y regresó a la universidad 74 años después.
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En 2007 Nola de 95 años obtuvo el Record Guinness al convertirse en la persona más vieja en ganar un título universitario luego de graduarse de Historia con un promedio de 3.7/4. No fue la única persona de su familia en graduarse; subió al estrado con su nieta, Alexandra, quien recibió su título el mismo día.
Nola continuó con sus estudios universitarios y a sus 98 años culminó la maestría. Luego se desempeñó como profesora asistente en el Departamento de Historia de Fort Hays y a los 100 años empezó a escribir un libro de genealogía.
Nola Ochs es el vivo ejemplo de que nuestra educación nunca está completa. Ella no “tenía” que ir a la universidad. Nola fue porque quería aprender y aprovechar la oportunidad que la vida le ofrecía por segunda vez.
Aprender es un proceso inagotable y es una de las tantas cosas que nos hacen humanos. Así que nunca pierdas la curiosidad por aprender algo nuevo… independientemente de tu edad.
Créditos de imagen: http://www.values.com/radio/22-live-life