En los países de la región, el acceso a estas nuevas tecnologías en el hogar está fuertemente condicionado por el nivel socioeconómico de las familias, por lo que el sistema escolar ha sido la principal herramienta para reducir esta brecha tecnológica, aunque –ciertamente– esta continúa siendo muy relevante en la mayoría de los países. Además de continuar equipando con TICs a las escuelas donde se educan quienes no pertenecen a los sectores privilegiados, el desafío futuro es cómo lograr que –más allá del uso recreativo– los estudiantes latinoamericanos les den un uso con potencial educativo (OREALC/UNESCO, 2013).

Hemos leído con gran interés el trabajo, “Situación Educativa de América Latina y el Caribe: Hacia la educación de calidad para todos al 2015”, publicado por la UNESCO y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC) en 2013. El documento es un informe que revisa si los distintos esfuerzos internacionales en relación a la Educación para Todos (EPT), incluyendo los 6 objetivos generados en el marco de acción estratégico para satisfacer las necesidades de aprendizaje de niños y jóvenes antes de 2015, han dado los frutos esperados.

La cita extraída es reveladora, al indicarnos distintos puntos interesantes:

  1. Si bien la región latinoamericana percibió un crecimiento económico generalizado durante la primera década del 2000, éste, sin embargo, no se tradujo en una mejor calidad de educación a todos por igual. Hay una diferencia elemental entre asistir a la escuela para recibir un certificado por haber completado todos los años escolares, y recibir una educación de calidad, la cual garantiza que todos obtengan los mejores resultados medidos bajo los parámetros más elevados en lectura, escritura, aritmética y competencias prácticas esenciales. El fin último es tanto incentivar el auto-conocimiento y alcanzar el desarrollo personal integral, como convertirse en un miembro productivo de un conjunto social interdependiente.
  2. La imposibilidad de una EPT es en larga medida causada por la persistencia de la desigualdad social, la cual consigue su causa y manifestación en la pobreza así como en la alta densidad de población viviendo en zonas rurales escasas de infraestructura.
  3. Además de que la educación de alta calidad no alcanza a los sectores menos privilegiados, también se ha podido observar otro tipo de desigualdad: la brecha tecnológica entre estratos sociales.
  4. El uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la educación más allá de fines recreativos, brinda posibilidades reales para aliviar el problema de la expansión de la EPT de alta calidad a los sectores menos privilegiados.

Visualicemos un mundo diferente

Imaginemos que desde las zonas pobres de Cochabamba y Formosa, hasta las comunidades remotas del Amazonas y los caseríos de Delta Amacuro, los niños y adolescentes reciban la formación educativa que merecen para convertirse en las personas que nuestras sociedades necesitan; para convertirse en las personas que quieren ser.

Imaginemos que estos jóvenes menos privilegiados tengan acceso a las herramientas tecnológicas que les permitan conocer que sí pueden resolverse los problemas que los ahogan y que sí existe la posibilidad de ser mejores.

Imaginemos que puedan conectar y mantener una comunicación sostenida con profesores excelentes de otras latitudes dónde sea, cuándo sea.

Aquí radica la importancia de que gobiernos, organizaciones, empresa privada y sociedad civil en general unan esfuerzos para mejorar la infraestructura de las zonas más precarias a fin de que puedan introducirse y aprovecharse las TIC en las aulas de las escuelas ubicadas en los rincones más recónditos del continente.

Voluntad, infraestructura, tecnología, comunicación, educación, desarrollo, igualdad: forman parte del mismo círculo.

Las TIC tienen que ver con lo que la UNESCO considera que podría ser la escuela del futuro: comunidades de aprendizaje donde las escuelas no tienen paredes y en las que puede haber conversaciones a distancia utilizando Internet.

Jorge Sequeira, Director de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe

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