Sofía Imber, un legado de institucionalidad para la cultura contemporánea.
Cuando el 20 de febrero de 2017, apenas amanecer, cortaba la mañana la noticia del fallecimiento de Sofía Imber, no hubo manera de evitar el pesar y la nostalgia para muchos venezolanos.
El mundo de las artes y la cultura en Venezuela no podía sino recordar a esa pequeña mujer de enormes proyectos. Que dedicó su vida al país luego de huir de las adversas circunstancias de su natal Soroca (hoy Moldavia).
Naum Ímber y Ana Barú, sus padres, no pudieron imaginar que al llegar a este país tropical en 1930, le estarían entregando las ganas de construir de sus dos hijas.
Lya (primera mujer en graduarse de médico en Venezuela) y Sofía, la aguerrida periodista que dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a generar institucionalidad cultural en el país.
El proyecto más importante
Sofía Imber fue un motor fundamental para la Venezuela llena de optimismo de la década de 1970.
Con enemigos en todos lados, con obstáculos a cada paso, logró su idea de un museo que lejos de los cánones tradicionales, se convirtiera en la vitrina para eso que llamaban contemporáneo.
Inaugurado en 1974, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas girará inicialmente alrededor de una colección bastante conservadora, pero igualmente valiosa en sus cualidades. El tiempo fue nutriendo sus salas y para el año 2000 era uno de los museos más importantes de América Latina.
Su carácter intransigente, como ella misma se calificaba, marcó su gestión al frente del museo. En 1990 el Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, decretó el cambio de nombre de la institución a Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber.
Las críticas y el legado
Muchos criticaron férreamente su larga gestión en el MACC, se le pidió alternabilidad y más apertura. Pero ella nunca quiso retirarse.
Cuando se habla de Sofía Imber, podemos estar de acuerdo o no con sus posiciones, pero lo que no podemos negar es su entrega a ese proyecto museal que se convirtió en referente mundial.
Aunque pueda criticársele sus años en las salas del MACC, no es posible obviar que Sofía Imber dejó una lección de dedicación, esmero y visión.
El MACC no sólo fue una cita obligada para todo visitante de Caracas por décadas, sino que además desarrolló, bajo el timón de Sofía, proyectos educativos de enorme valor, Como el acercamiento a las artes plásticas a las personas con discapacidad visual o la creación de la biblioteca de arte más importante del país.
Generaciones de venezolanos fueron educadas en las exposiciones maravillosas del MACC, no sólo plenas de obras singulares, polémicas y disruptivas, sino también acompañadas de estudios de calidad y extraordinarios catálogos.
Por eso, esta mañana del 20 de febrero de 2017 ha sido de difícil transitar para la nostalgia de un país mejor.