Mindfulness es una forma de meditación que significa estar conscientes de nuestros pensamientos, acciones y el ambiente que nos rodea. Todo esto desde un enfoque compasivo y afectuoso.

¿Por qué utilizar un enfoque compasivo y afectuoso?

Mindfulness involucra la aceptación, es decir, aceptarse a sí mismo sin juzgar y sin reprochar. Nuestros pensamientos y emociones deben estar en sintonía con nuestro presente.

Lo principal que se debe hacer cuando se está iniciando en la práctica del mindfulness es centrar nuestra atención en el presente, entender que es lo único que tenemos asegurado, y tanto el pasado como el futuro son realidades de las cuales no tenemos control alguno.

La idea de vivir en el ahora puede parecer irreal para personas que están acostumbradas a sacrificar momentos de su vida para alcanzar una meta, a planificar para el futuro y a programar sus actividades diarias. Pero lo que aún no saben estas personas, es que hay varias motivos, comprobados científicamente, por los cuales es beneficioso practicar mindfulness.

¿Por qué practicar mindfulness?

Hay diversos motivos que te pueden llevar hacia este camino, pero te daremos sólo algunos que creemos te pueden dar ese empujón que estás esperando:

  • Mejora nuestro sistema inmune: un estudio comprobó que, luego de 8 semanas  practicando mindfulness, nuestro sistema inmune mejora su capacidad para combatir enfermedades.
  • Tiene un efecto positivo en nuestra mente: diversos estudios encontraron que la práctica constante de esta forma de meditación aumenta nuestras emociones positivas, a la vez que reduce los pensamientos negativos y el nivel de estrés. Además, ciertas investigaciones sugieren que puede funcionar como método para combatir la depresión y evitar recaídas depresivas.
  • Ayuda a mejorar nuestro enfoque: algunos estudios sugieren que practicar mindfulness ayuda a que nos alejemos de las distracciones y mejoremos nuestra memoria, atención  e incluso nuestro proceso de toma de decisiones.

Ser conscientes es una capacidad con la que todos nacemos pero que con el pasar de los años vamos perdiendo.

Durante la infancia vivimos el ahora y en el momento, si observas a un niño con detenimiento verás cómo disfruta un juego, la curiosidad y emoción que le produce todo lo que le rodea mientras que a medida que vamos envejeciendo. Nuestra tendencia a perdernos en nosotros mismos y en nuestra mente aumenta; esa necesidad de revolver el pasado y planificar el futuro se hace más latente y, sin darnos cuenta, más dañina.

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